Sindicato Médico de Navarra, 7 de septiembre de 2018
Los pasados meses de junio y julio se disputó la Copa Mundial de Fútbol en Rusia, y en los servicios de urgencias de los hospitales y centros de salud se pudo constatar que las salas de espera estuvieron vacías durante el desarrollo de los partidos para colapsarse posteriormente. Esta situación no solo se ha producido durante este periodo sino que se repite de forma sistemática ante cualquier acontecimiento mediático, por lo que podemos afirmar que el uso de los servicios de urgencias por parte de la población no está en relación únicamente a aspectos sanitarios.
Este hecho nos lleva a plantearnos si nuestra sociedad sabe cuándo y cómo acudir a los servicios de urgencias, y el coste que su uso indebido supone. También nos preguntamos si somos conscientes de los recursos humanos y técnicos de que se disponen actualmente en los servicios de urgencias para atender a la población. Todo ello nos lleva a considerar que es imprescindible que la Administración realice programas de educación sanitaria encaminadas al correcto uso de los diferentes sistemas sanitarios de los que disponemos. Si observamos el cambio que se ha producido en la población tras las intensas campañas de concienciación sobre la seguridad vial, el consumo de tabaco, el reciclaje y el cambio climático y otros problemas socio-económicos nos preguntamos por qué no se han realizado sobre el sistema sanitario público y el uso racional de los recursos existentes.
Socialmente ya se considera una conducta incívica el fumar en un espacio público o no tirar una lata en el contenedor adecuado. Pero acudir a los servicios de urgencias por cuestiones nimias como haberse tragado un chicle, por caída del pelo o realizar una revisión de salud antes de iniciar el periodo vacacional es considerado como normal por una parte de la población. Este tipo de consultas, que pueden ser solucionados en los centros de salud de referencia por su médico de familia, tienen como consecuencia la saturación de los servicios de urgencias, el retraso de la atención de las verdaderas urgencias y la obstaculización del trabajo de los médicos cuya labor sanitaria debe estar al servicio de lo realmente URGENTE.
Atender diariamente problemas leves en urgencias contribuye a que las jornadas de los profesionales sean estresantes y agotadoras. Si añadimos además que en el periodo estival se produce el cierre de camas de hospitalización y de los centros de Atención Primaria por las tardes, la sobrecarga laboral aumenta llegando a producir una incapacidad para atender adecuadamente a los pacientes.
La aspiración y el objetivo principal de todo el colectivo médico, y especialmente de los médicos de los servicios de urgencias, es poder atender a la población a tiempo y en las mejores condiciones pero dadas la saturación de pacientes, las condiciones de precariedad laboral y los medios insuficientes de que se disponen hacen cada día más difícil cumplirlo.
Por otro lado nuestra clase política se ha encargado de prometer, a lo largo de estos años, una sanidad “inagotable” a cambio de seguir manteniéndose en sus puestos, haciendo creer a la población que sólo tienen derechos. A su vez se han olvidado de que la sostenibilidad del sistema sanitario es de todos, pero es la Administración la responsable de proporcionar los medios necesarios y unas condiciones laborales adecuadas, así como garantizar el uso racional de los recursos por parte de la población. Para ello debe escuchar a sus propios facultativos médicos, tener en cuenta sus aportaciones, y no como hasta ahora tomar represalias a través de ceses y expedientes cuando ponen de manifiesto las disfunciones existentes.
Lamentablemente hemos comprobado y constatado que los políticos actuales y nuestros gestores del SNS-O no defienden a sus profesionales y tampoco tiene interés en el problema actual del servicio de urgencias, dado que lo consideran un cajón de sastre en donde van a parar los problemas de sobrecarga de la atención primaria y especializada.
Desde aquí volvemos a hacer un llamamiento a nuestros gestores para que tomen en cuenta nuestras aportaciones para la mejora de la racionalización de los servicios de urgencias y que instauren campañas de formación y las reformas necesarias para que esto se lleve a cabo.