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La fase más crítica de la pandemia de coronavirus parece haber pasado ya y empezamos a plantearnos las medidas que deben A la atención a los pacientes durante los próximos meses.
Será una fase compleja durante la que deberemos mantener la asistencia a los enfermos de COVID-19 que seguirán surgiendo en los próximos meses y, simultáneamente, habrá que retomar la actividad ordinaria de los pacientes que llevan semanas viendo postergados sus diagnósticos y tratamientos.
Aunque estos enfermos son el principal motivo de nuestra preocupación, no podemos descuidar la salud de los profesionales que les atienden.
Hemos vivido situaciones de grave carencia de medios de protección en las primeras semanas de la crisis, que han conducido a unas tasas de contagio de profesionales que en España, a día de hoy, son las mayores del mundo. La utilización de mascarillas defectuosas, la distribución de material sin marcado CE y el reutilizado de equipos no son, en absoluto, tranquilizadores y contribuyen a mantener una sensación de falta de protección y de trabajo en condiciones inadecuadas. La situación de gran parte del personal es preocupante ya que a lo anterior debemos sumar el stress generado por la tensión mantenida y el cansancio de muchas jornadas con turnos agotadores.
Se han cometido numerosos errores en la gestión de la crisis, no hay duda de ello. Tanto en planificación y adquisición de equipos, como en elaboración de normativa y establecimiento de objetivos. Las continuas rectificaciones del Ministerio de Sanidad así lo confirman.
Pero deberíamos ser capaces de aprender de esas experiencias y planificar un retorno a la actividad asistencial normal, en la que se garantice la seguridad de profesionales y pacientes, además de una atención adecuada. Para ello es imprescindible asegurar la disponibilidad de equipos de protección (en número y calidad), diseñar circuitos de circulación de pacientes y espacios de espera razonables y definir con claridad y respaldo institucional qué pacientes deben ser atendidos de forma presencial y cuales deberán, por el momento, permanecer en sus domicilios con seguimiento no presencial.
Consideramos irrenunciable conocer la situación epidemiológica de todos los profesionales de la Salud. Debemos saber si han pasado o no la enfermedad, o si están en situación de provocar contagios. Creemos necesario realizar test de forma masiva e inmediatamente a todos los profesionales, no solo para proteger su salud, sino para impedir que los centros sanitarios se conviertan de nuevo en un foco de contagio. Retornar a las consultas sin esta información es una imprudencia que no podemos respaldar. En cuanto sea posible, sería deseable que la realización de test se extienda a toda la población.
Por último, creemos que hay que revertir la que, hasta ahora, ha sido la norma en el funcionamiento de la Administración en la gestión de la crisis del COVID-19. Sería deseable que antes de tomar decisiones sobre la “fase de desescalado” y retorno a la actividad asistencial presencial, se cuente con el punto de vista profesional de las distintas instituciones firmantes de este documento, que son conocedoras de la realidad sanitaria navarra en todas sus facetas y pueden hacer aportaciones muy valiosas para la vuelta a la normalidad.
AFAPNA; ANPE; ASOCIACIÓN NAVARRA DE MEDICINA DEL DEPORTE; CCOO; CESM; SAE; SATSE; SEMERGEN; SEMG; SMN; SNMET; SOCIEDAD DE EUSKA HERRIA DE MEDICINA FÍSICA Y REHABILITACIÓN; SOPEQUIN y UGT